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domingo, 15 de mayo de 2011

The end.



No puedo más me he dado por vencida.
Han decidido echarme a mí. He intentado evitarlo, pero mis fuerzas ya no son suficientes.
Finalmente acepto mi derrota.
Con pasos lentos y  cabizbaja comienzo mi marcha. Seré mirada por todos como una sin corazón, una cobarde,... Pero lo siento. No soy tan fuerte.

miércoles, 30 de marzo de 2011




You'd kill yourself for recognition, kill yourself to never ever stop
You broke another mirror, you're turning into something you are not.

martes, 29 de marzo de 2011

Madness.


"- ¡¿He perdido la cabeza?!
- Eso me temo... ¡Estás loco, majareta! Pero te diré un secreto: las mejores personas lo están."

jueves, 17 de marzo de 2011

Encerrada.

La luz del flexo iluminaba su rostro en medio de la oscura habitación. Llevaba varios días encerrada en aquella estancia intentando meter, apresuradamente, todo lo que debía de haber estudiado los meses anteriores.
 Se levantó en busca de unos viejos apuntes. Cogió su antigua carpeta del estante, y cuando regresaba al escritorio, la tira de su mochila se enganchó en su tobillo. Los papeles cayeron del interior de la carpeta esparciéndose por el suelo y volando en todas direcciones. Ella se levantó poco a poco, frotándose la dolorida rodilla y maldiciendo a la mochila. Colocó todos los papeles en un montoncito, se sentó en el suelo y se dispuso a archivarlos de nuevo en su carpeta.
 Llevaba colocadas diferentes materias en los primeros compartimentos, cuando de repente vio el borde de una foto sobresaliendo de uno de los espacios posteriores. Tiró por ella. Tres personas salían, sonrientes, en un gran prado verde y al fondo se observaba una preciosa casa amarilla y blanca. Un sentimiento de nostalgia recorrió su cuerpo. Decidió pasar las hojas hasta el compartimiento de donde provenía la fotografía. Allí había muchas más, en las cuales salía siempre alguno de los tres jóvenes. También encontró dos imágenes muy antiguas. Los recuerdos comenzaron a invadir su mente. Se quedaba mirando fijamente cada fotografía y era capaz de reproducir ese momento exactamente con las mismas palabras que salieran de los labios de los muchachos en cada uno de los  diferentes momentos recopilados.
 Una lágrima comenzó a deslizarse suavemente por su mejilla. Tras los cientos de fotos había encontrado, escritas en la carpeta, varias frases que uno de sus amigos dibujara tiempo atrás. Miles de momentos, tanto tristes como alegres, recorrían su mente. La mayoría de ellos aún le hacían esbozar una sonrisa, pero recordarlos y verlos tan lejanos le producía una triste añoranza. Fueran tiempos muy felices e inolvidables.


El tiempo pasaba mientras la joven observaba las imágenes. Su madre estaría a llegar. Finalmente decidió cerrar la carpeta. No quería preocuparla.

Al llegar la noche decidió acostarse temprano. No tenía sueño pero necesitaba organizar las ideas. Comenzó a pensar en todo lo que había pasado estos últimos meses, en como se había sentido y, a veces, incluso sin saber por qué. Ese día se dio cuenta. Estaba encerrada en el pasado.


lunes, 14 de marzo de 2011

Cuando el agua vuelve a su cauce.



 Saltó sobre un charco, rompiendo su desdichado reflejo. Después de días de incertidumbre, de no saber a donde ir, ni que hacer de su vida decidió seguir adelante. El tiempo había empezado a llevar cada cosa a su sitio, de donde nunca se tenían que haber marchado. Por supuesto quedaban muchas por resolver, pero una de las más añoradas volvía junto a ella. Su mejor amigo. Había otras que echaba de menos, y sabía que más adelante las necesitaría, pero no podía asegurar que volviesen, y si lo hacían a lo mejor ya era demasiado tarde, y ella ya no estaría allí para esperarlas. De todas formas lucharía por ellas, ahora que había conseguido reunir las fuerzas y el ánimo necesarios.

jueves, 10 de marzo de 2011

...



And there was a beautiful view
but nobody could see.
Cause everybody on the island was saying:
Look at me! Look at me!

lunes, 28 de febrero de 2011

Recuerdos del pasado.



 El viento enredaba su pelo y le dificultaba la visión. Sus ojos entreabiertos y llorosos a causa del frío buscaban a tientas el camino. Las olas furiosas chocaban contra el acantilado salpicando constantemente a la joven. Conocía el camino como la palma de su mano, pero después de las fuertes lluvias de los días anteriores habían arrancado varias piedras que dificultaban el paso; y el sendero, al borde del acantilado, no estaba tan firme como en verano. Sin embargo ella quería llegar al faro. Era su destino.

 Siguió caminando. Los punzantes tojos se clavaban en su piel provocando numerosas carreras en sus medias. Divisó la luz del viejo faro. Las gaviotas se acomodaban a su alrededor esperando, impacientes, que cesase la tormenta.

 Llamó a la puerta. Esperó unos minutos, sabía que el viejo farero ya no estaba para ser apresurado. La puerta se abrió con un fuerte quejido y tras ella apareció la tenue luz de una vela que rápidamente se apagó a a causa del fuerte viento.

 -¡Ay Dios mío, vaya tormenta! Pasa muchacha, pasa que con este tiempo no es bueno que estés fuera.

 Ella cerró la puerta y siguió al anciano. Él volvió a encender la vela con la ayuda de una cerilla, y los dos se miraron. Los años de trabajo a la intemperie se podían apreciar en el rostro del farero. Esbozó una sonrisa que no lograba ocultar los años de tristeza y soledad que había pasado.

 -Ya hacía tiempo que no te veía por aquí, ¿vienes para subir a la torre?

 La joven asintió y él rápidamente le tendió la oxidada llave.

 -Ten cuidado con los últimos escalones, estos días ha entrado mucha agua y los pobres ya no están para 
 muchos trotes.

 Subió las escaleras lentamente fijándose en todos los detalles. Aquel lugar nunca cambiaba. Era su refugio, su pequeño mundo. Se apoyó en la barandilla. El viento silbaba colándose entre las rendijas de los cristales. Un barco navegaba luchando contra las inmensas olas.

 De repente notó como una mano se le posaba en el hombro. Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no se había oído el ruido de la puerta.

 -Es muy tarde y la tormenta está calmada. Será mejor que te marches antes de que anochezca. Se acercan
 fuertes lluvias.

 La muchacha le miró fijamente. Cogió su chubasquero rojo; que había dejado en el suelo; y bajó las escaleras. Se despidieron y cuando el anciano iba a cerrar la puerta ella la detuvo. Sus miradas se cruzaron. Buscó algo en su bolso y se lo entregó al anciano, se despidió con una triste sonrisa, puso su capucha y desapareció tras la puerta. Aquella misteriosa joven llevaba años visitándolo sin ninguna explicación. Sólo observaba el mar desde la torre.

 El hombre se dirigió a su alcoba. Allí abrió la pequeña caja y nada más ver el contenido supo lo que significaba. Corrió tan rápido como sus años le permitían hacia la puerta pero cuando consiguió llegar lo único que vio tras ella fue soledad y vacío. Cayó derrotado por el esfuerzo y por los tristes recuerdos de su juventud. Aquella noche la lluvia caía sin cesar y las olas luchaban embravecidas contra las rocas. El viejo faro brillaba intermite entre la tormenta.